En octubre, el Papa Francisco publicó la cuarta carta encíclica de su papado, Dilexit nos, «Sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo».
La encíclica tuvo una acogida relativamente discreta, sin la cobertura mediática ni la controversia de otros documentos papales. Pero ha sido aplaudida como un documento rico espiritualmente sobre una de las devociones católicas más queridas en la Iglesia.
El arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro Chaves, cree que Dilexit nos es un document esclarecedor.
Ya antes de ser obispo, Cerro Chaves era un autor espiritual reconocido en España. Tiene un doctorado por la Universidad Gregoriana en teología espiritual y autor de más de 50 libros de espiritualidad, entre ellos varios sobre el Sagrado Corazón de Jesús.
The Pillar habló con Cerro Chaves sobre la última encíclica del Papa y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
¿Por qué es tan importante esta encíclica?
Yo he escrito mucho sobre el corazón de Jesús durante toda mi vida y realmente me ha parecido un documento muy luminoso por parte del papa Francisco. Es la primera encíclica que escribe sobre el Corazón de Jesús después del Concilio Vaticano II. Ya antes del Concilio, Pío XII había escrito Haurietis aquas. Esta es una encíclica donde el papa Francisco ha expresado, como buen jesuita, un gran amor y devoción al corazón de Jesús.
En el fondo, [la encíclica] muestra un deseo de mostrar que el corazón de Jesús es la quintaesencia del Evangelio, del cristianismo. Expone un deseo de centrar la mirada en Jesucristo, en su corazón redentor, una mirada que vuelva a centrarse en ese misterio de amor que es el corazón vivo de Cristo.
Se habla mucho de que se ha reducido la devoción al Sagrado Corazón, ¿por qué es importante recuperarla hoy?
Porque es una devoción a Jesucristo en el contexto de la Santísima Trinidad. Es el amor de Dios, nuestro Padre, y que nos da su Espíritu Santo para formar en nosotros los sentimientos del corazón de Jesús. Entonces, el Corazón de Jesús es volver al al centro del cristianismo: la persona de Jesús, que es 100% divino y 100% humano.
¿Por qué ha descendido la devoción al corazón de Jesús? Pues, se dicen muchas cosas. A veces se dice que que ha descendido porque a las imágenes les faltaba belleza, pero yo creo que es porque ha bajado el nivel espiritual de los cristianos. Cuando aumenta este nivel espiritual, incluso místico, la persona se encuentra con Jesucristo vivo, como dice Benedicto XVI: se empieza a ser cristiano a partir de un encuentro con Cristo que te cambia la vida.
Entonces, cuando tenemos una experiencia profunda de ese amor de Jesús podemos mirar su corazón que es, como decía von Balthasar, ese punto rojo donde se unen la divinidad y la humanidad.
Repito, el corazón de Jesús nos permite descubrir la realidad de que Jesucristo es 100% divino y 100 % humano. ¿Y quién es Jesucristo? Es el Dios-Amor que nos ama con un corazón humano.
El Papa insiste mucho en que esta no es una devoción intimista que nos llama a encerrarnos en nosotros mismos (y precisamente el subtítulo de la encíclica habla del amor “humano y divino”) de Cristo. ¿Cómo evitar esto?
El peligro que dice el Papa es cierto. El intimismo, en el fondo, es una relación estéril con Dios. Es una relación que tiene todos los ápices del egoísmo.
Es lo mismo que pasa con el amor en un matrimonio. El amor abierto a la vida es un amor fecundo.
Si en mi relación con Dios me abro a evangelizar, me preocupo por los que sufren, por los pobres, por todos los que están en las periferias, en la medida que abro mi corazón al Señor y a mis hermanos puedo tener un amor fecundo.
Una frase que yo digo mucho es que hay que crecer por dentro para servir por fuera. Es decir, si crezco en esa intimidad con Jesucristo me preocupan mis hermanos. Cuando yo llamo a Dios “Padre,” él siempre me preguntará “donde están tus hermanos". Por esto es importante la intimidad, la unión con Cristo. El intimismo es una deformación que esteriliza esta intimidad.
¿Cómo hablarle del corazón a un mundo que va del racionalismo ideologizado al sentimentalismo vacío?
El Papa lo explica cuando habla los primeros números de la encíclica habla de la palabra “corazón”. Lo han dicho los grandes teólogos, que el Papa cita: el corazón expresa a la persona vista desde su afecto y desde su interioridad.
En el lenguaje actual se habla mucho del corazón. “Esa persona no tiene corazón,” “el corazón no me cabe en el pecho". Se usa para expresar muchas cosas, cuando alguien no es auténtico o sincero decimos “no me has hablado de corazón”. El corazón es el antídoto ante este racionalismo y este sentimentalismo que usted menciona.
El Papa pretende que el cristianismo es una religión del corazón y, especialmente del corazón de Cristo, que ha amado a los hombres como un corazón real. El corazón de Cristo nos habla de cómo amaba Jesús, de los sentimientos de su corazón, de que se conmovía ante el llanto de la viuda de Naím, de que llora ante la tumba de su amigo Lázaro.
Si hay algo que podemos decir de Jesucristo, es que tiene corazón. Y lo peor que se puede decir de una persona es que no tiene corazón. Por eso creo que la los primeros números de la encíclica trata de dar “derechos de ciudadanía” a la palabra corazón, diciendo que en toda toda la cultura, la palabra corazón expresa interioridad.
Además, el corazón es expresión de autenticidad de la persona, “dímelo de corazón". En el Antiguo Testamento, cuando Sansón le cuenta a Dalila el secreto de su fuerza, la Escritura dice que “le abrió todo su corazón".
La palabra “corazón” tiene todas estas connotaciones tan ricas del mundo interior, porque expresa la totalidad de la persona amando, la totalidad de la persona en su deseo de autenticidad. En resumen, es la expresión de la capacidad de ir más allá de lo superficial.
Y ese es un problema de la sociedad actual: es muy superficial porque no tiene raíces. No tiene corazón.
Esto que dice de la interioridad me recuerda al cor ad cor loquitur del lema episcopal de Newman.
Yo hace 18 años elegí como lema episcopal “El corazón de Jesús, fuente de evangelización de los pobres”. Hay una frase de Romano Guardini que dice que “lo esencial del cristianismo, es Cristo” y si esto es así, entonces lo esencial del cristianismo es el corazón de Cristo, porque es Cristo amando con un corazón humano.
Lo que me ha salvado ha sido el amor redentor de Cristo, el amor del corazón de Cristo, el amor que le ha llevado a entregar la vida en la Cruz, “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Esta es la expresión de su corazón.
La encíclica dice “El corazón ha tenido poco lugar en la antropología y al gran pensamiento filosófico le resulta una noción extraña. Se han preferido otros conceptos como el de razón, voluntad o libertad. Su significado es impreciso y no se le concedió un lugar específico en la vida humana" (10). ¿Cómo recuperar la relevancia intelectual y filosófica del “corazón”?
Eso es parte de lo que trata de de hacer el Papa, como te dije antes, trata de darle “derecho de ciudadanía” a la palabra corazón. Incluso cita a filósofos que no tienen nada que ver con el mundo cristiano para demostrar esto. Es cuestión de recuperar al corazón no como la superficialidad, si no como la totalidad de la interioridad de la persona. Es sobre una vuelta al corazón, como dice el Papa.
Pues, esta vuelta al corazón también tiene una dimensión intelectual, filosófica y antropológica. Pío XII en Haurietis Aquas puso un ejemplo que me parece muy ilustrativo. Si le preguntas a una persona si conoce a María o a Pedro y le dices “sí, la conozco” no dices nada, porque puedes conocerla porque coincides con él o ella en la escalera del edificio donde vives o en el supermercado.
Ahora, si dices “le conozco de todo corazón”, eso cambia mucho. La palabra añade mucho en la filosofía, en lo intelectual y lo antropológico. Porque es hablar de la persona no desde lo emocional o de lo puramente intelectual, si no desde la totalidad de la persona. Es hablar del afecto desde la interioridad. El corazón añade un conocimiento más profundo de la persona.
¿No es el “amor” o el “corazón” algo demasiado superficial, demasiado cursi, para tener que ver con una solución a las guerras y conflictos del mundo?
Es un planteamiento muy profundo y que está en línea con lo que han dicho otros papas.
Hace poco le leía [al Papa Francisco], que una vez dijo que “el mundo no puede recuperar la paz si antes no se recupera la paz del corazón humano".
Uno no puede transmitir y dar lo que no tiene. Si el corazón no tiene amor, no puede dar amor, no puede evangelizar y no puede trabajar por la paz. A mí eso no me suena cursi.
Estamos en un mundo en guerra y la solución solo la conseguiremos si el corazón humano se transforma según el corazón de Dios. No conseguiremos una solución sólo con planteamientos sociales o políticos, sino desde un planteamiento humano y antropológico.
La paz y la guerra comienzan en el corazón humano. Lo que el Papa plantea acá es una conversión del corazón humano.
Se ha hablado de Dilexit nos como clave interpretativa del papado de Francisco, ¿cree usted que este es el caso o es un documento más bien secundario ante los más importantes de su papado, como Laudato si’ o Evangelii gaudium?
Yo veo un caso clarísimo de continuidad sin ruptura. Esta en la línea de su documento programático que es Evangelii Gaudium y de sus encíclicas sociales.
No puede haber una contradicción entre un planteamiento profundamente espiritual y la evangelización, especialmente de os pobres y las periferias.
A mí me ordenó en 1981 don Marcelo González, arzobispo de Toledo en aquel entonces y creo que su lema episcopal era muy ilustrativo: “Pauperes evangelizatur”. Los pobres son evangelizados. Don Marcelo era un hombre muy enamorado del corazón de Jesús y de ahí mi propio lema episcopal que le mencioné previamente.
Es cuestión de mirar al corazón vivo de Jesús para, con su mirada, poder ver a los heridos del camino de la vida, a tantos hombres y mujeres que viven heridos. Y el Papa habla de un corazón universal que viva esta fraternidad, que mira a los más pobres, a los que sufren, y habla de esto desde el Evangelio, como no podía ser de otra manera.
La encíclica dice “Quisiera agregar que el Corazón de Cristo nos libera al mismo tiempo de otro dualismo: el de comunidades y pastores concentrados sólo en actividades externas, reformas estructurales vacías de Evangelio, organizaciones obsesivas, proyectos mundanos, reflexiones secularizadas" (88).
Parece que el Papa lanza una indirecta a ciertas visiones sobre la reforma de la Iglesia y la sinodalidad que se obsesionan con todo lo que el menciona ¿Qué relación guarda la Devoción al Sagrado Corazón con entender correctamente la sinodalidad?
La sinodalidad es tener una Iglesia en comunión con corazón. Que no seamos cada quien por su lado, si no que vivamos y caminemos juntos con Cristo.
Hemos de vivir con ese planteamiento fundamental en nuestra propia vida de vivir con los sentimientos del corazón de Cristo.
La sinodalidad siempre ha estado en la Iglesia, no es algo que inventó el Papa. El Código de Derecho Canónico de 1917 decía que las diócesis debían hacer un sínodo diocesano cada 10 años. La arquidiócesis de Toledo se ha caracterizado por ser una diócesis de grandes concilios y sínodos, algunos de repercusión mundial.
Ahora, la sinodalidad es corresponsabilidad, pero no es una democracia en la que hacemos la fe entre todos. Eso no es así. La fe se nos ha dado, la misma moral brota de la Revelación en los mandamientos y que descubrimos en la ley natural.
No podemos pensar hoy que vamos a transformar el mundo y vivificar la Iglesia solo con estructuras y palabras, sin una vuelta al corazón, sin una conversión del corazón, sin un deseo de que nuestra vida esté totalmente llena por Cristo.
Por eso es tan importante la idea de sinodalidad: porque es escuchar a Dios en la contemplación para escuchar al hermano. Pero siempre desde la claridad de que esta expresión de la Iglesia como comunión ha estado ahí desde Pentecostés.
La Iglesia en Pentecostés no salío al mundo a hacer estructuras, salió a evangelizar, sale a llevar el Evangelio a los hombres. Toda conversión lleva consigo la misión de evangelizar.
Se dice mucho que sinodalidad es caminar juntos y es verdad, pero con Cristo siempre. No es un caminar juntos con estrategias humanas, es caminar juntos con Cristo para ser transformados según su corazón y llevar a los hombres el Evangelio. El Evangelio es evangelizar al mundo por amor de Cristo, parafraseando al Papa San Pablo VI.
Por último, algunos consejos para vivir esta devoción.
El corazón de Jesús es mi vida. Ha equilibrado mi vida espiritual de una manera que es una gracia. Por eso le amo como Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado de la misma naturaleza que el Padre… como decimos en el Credo Niceno-Constantinipolitano.
Por otra parte, Jesús es 100% humano. Hay espiritualidades que le tienen miedo a la humanidad de Jesús. Pero Jesús se cansó, Jesús trabajó. Jesucristo no ha querido perderse el ser uno de nosotros, nacer en una familia. Eso es precioso. Lo primero que me ha dado el corazón de Jesús es un gozo inmenso y un profundo amor por Jesucristo, que es 100% humano y 100% divino.
Segundo, el corazón de Jesús me ha demostrado que Cristo está vivo, que me relaciono con un Cristo vivo, que tiene corazón, que está en la Eucaristía. La Eucaristía es el corazón vivo de Jesús y el corazón vivo de Jesús es la Eucaristía.
Por lo tanto, recomiendo y siempre que puedo paso largos ratos de adoración Eucarística, orando frente al Señor. El Papa en la encíclica habla de las horas santas, que es algo que está en la tradición de la Iglesia pero incluso en el propio Evangelio. Cuando Jesús le dice a sus discípulos en el Getsemaní “no habéis podido velar conmigo ni siquiera una hora”, entonces la hora santa brota de que acompañamos a Jesús en su agonía en Getsemaní.
Jesucristo está vivo y está vivo en la Eucaristía. Esto para mí es una maravilla.
Tercero, el corazón de Jesús me lleva a vivir la caridad. Piensa en lo que rezamos en las Completas todos los días, “y al prójimo como a ti mismo". Esto me ayuda a entender que debo cuidarme a mí mismo para cuidar a los demás. Eso no es egoísmo. Si yo no tengo pan, no lo puedo dar; si no tengo a Dios, no lo puedo transmitir.
Y luego, Mateo 25: “Señor, ¿cuándo te hemos visto desnudo, en la cárcel, enfermo… Cada vez que viste a uno de estos mis hermanos más pequeños”. Esta es la caridad del corazón de Jesús. Descubro su presencia en los más pobres, en el rostro del que sufre, de los que lo pasan mal.
Por último, lo que nos dice Juan 13: amar con el mismo corazón con el que ama Cristo. Una persona hace unos días me decía que esto es una utopía y, sí, pero es que nos lo ha dicho Jesús. “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
Por tanto, el amor que Cristo quiere es que amemos con su corazón. Esto ha traído en mi vida paz, serenidad, gozo, una alegría inmensa porque es ver, citando el lema del Cardenal Newman que mencionó, como “el corazón habla al corazón”. A mí esto me trae mucha paz.
Se puede ser radicales, en el sentido de ir a la raíz del Evangelio, plantearse seriamente una vida de santidad, pero con un corazón bondadoso y humano. Con un corazón que se interese por los problemas y conflictos de la humanidad y de nuestro país, como la DANA reciente en España, en la que han muerto más de 200 personas.
Esto me preocupa, como también me preocupa que haya tanta gente que no conozca el Evangelio. Me interesa todo lo humano porque todo le interesa a Jesús y a su corazón.
Este ha sido el gran descubrimiento que yo he tenido a través del corazón de Jesús.